Lejos de los focos de la actualidad y las alfombras rojas de LinkedIn, lejos del protagonismo y de las tendencias hay un rincón invisible del mercado de trabajo que se levanta cada día para hacer posible la materia prima alimentaria. Son las personas que ocupan el primer eslabón en la cadena de suministro y las que suelen llevarse menos tajada de riqueza y fama. Son personas que no emigran, se quedan en su tierra, o bien volvieron a ella huyendo de la ciudad después de vender todo lo que tenían para empezar de nuevo una vida en el campo dedicada a la producción tradicional y artesana. Se quedan en su tierra y en la tierra, no viven en la estratosfera como Silicon Valley, viven en contacto con la naturaleza, no teletrabajan pero también aprenden nuevos talentos cada día, acerca de su oficio, de cómo salvarlo de la crisis y de cómo modernizarlo sin prostituirlo. Se lo hacen todo, buscan, compran, producen y hacen el reparto de sus frutos, intentando huir de las empresas distribuidoras. Sufren incertidumbre, no tienen experiencia empresarial o legal, se organizan y se asocian para defenderse y aprender unos de otros. Cada producto tiene su complicación y hay que conocerlo bien. Nos dan de comer a los que estamos todo el año pegados al ordenador produciendo “información”, y no sé si nos envidian o se ríen y sienten lástima de nosotros. Trabajan muchas horas para ellos mismos, llegan a todo, no pueden permitirse desfallecer pues no hay equipo ni red que detenga su caída. Muchos rechazan la producción en cadena adulterada de las marcas y se enganchan de nuevo a lo ecológico y sostenible. Lo tradicional, lo antiguo. Pero cada vez más tienen página web. Les sirve bien al negocio para presentar producto y que les lleguen los pedidos. Diría que no pierden tiempo en subir fotos en bañador a Instagram. No tienen experiencia comercial y no sabrán generar contenidos, pero a mi entender hacen el uso más sano e inteligente de internet: ellos usan internet no más de lo que necesitan y de ese modo consiguen que internet no les use a ellos.
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Trabajadores invisibles
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A mí me parece que esta gente tiene mucho valor. Durante la puñetera pandemia nos hemos acordado mucho y nos estamos acordando de un montón de gente que han “sostenido el chiringuito” mientras nosotros teletrabajábamos, estábamos en ERTE o lo que fuese. Coincido contigo, agricultores, ganaderos, ….. y un montón de gente más que cuando esto pase, me atrevo a vaticinar, volveremos a olvidar. Ojalá me equivoque.
Buen comentario.
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