No hay felicidad. Hay que elegir entre mal y peor. Si los precios suben y suben se dispara la inflación, los asalariados presionamos para que nos suban el sueldo, las empresas se quejan y retuercen y ceden pero para compensarse suben sus precios. Estrés. Pero ahora llega la crisis provocada por la pandemia de coronavirus que arrastra a la baja a los precios a escala mundial y aun nos parece peor. La deflación es una mala noticia porque cae el consumo y a la larga es nefasto para los asalariados. Con deflación se mantiene viva la compra de bienes de consumo inmediato, como la alimentación, pero se va difiriendo la compra de bienes duraderos, como electrodomésticos, coches. Es decir, los consumidores van retardando la compra de estos últimos porque son más caros y piensan que bajarán de precio, por lo que lo van retrasando, y aletargando el consumo. Si lo piensas bien la deflación es el antídoto de la obsolescencia programada.
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¿Susto o disgusto?
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