el paro juvenil entre los 16 y 29 años es del 41%, el record de la UE, 24 puntos por encima de la tasa general de paro en España. Hay una tasa alta de abandono escolar, mientras otros se refugian demasiados años en la universidad y acaban sobrecualificacos, sobre el papel, pero no verdaderamente preparados. A unos y a otros los contratan por salarios bajos, la mayoría empiezan en sectores con abuso tradicional de temporalidad o con prácticas laborales fraudulentas o envueltos en otras formas de irregularidad y precariedad laboral. Esta situación se prolonga por años y desarrollan una visión sin esperanza. Los años van cayendo, se emancipan tarde y sin haber conseguido ahorrar; la confianza, la motivación y las posibilidades de emprendimiento se esfuman. Luego tienen pocos hijos, cada vez menos, la población envejece y entonces se ve necesaria la llegada de gente joven de fuera, que aun está menos cualificados y aceptan salarios aun más bajos y peores condiciones, haciendo aun más terrible el mercado laboral y más reñido encontrar un empleo. Esto no es cuestión de cuatro medidas como reformar las modalidades contractuales y la FP como proponen los sindicatos. Aquí hace falta ingeniería social y de la buena porque el problema es gordo.
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