‘Salario competitivo’. Al menos eso ponía en la oferta de empleo de comercial en el sector cerámico a la que me presenté hace un mes.
Dos entrevistas después y, tras mi insistencia para que, por favor, me concretaran una cifra mensual en bruto, resulta que lo único competitivo que tenía el salario eran las comisiones por las que tenías que competir con otras quince personas. “Es una forma de incentivar a la plantilla para que no se acomode”, me dijo mi entrevistador. Claro. Y las peleas de gallos una modalidad olímpica.