Siempre ha sido baja, dicen los analistas, mucho más baja que en los países europeos con los que nos comparamos. Según dicen nos movemos poco. Los empleados suelen descartan automáticamente oportunidades profesionales de mejora de empleo si implican dejar su ciudad, y los ciudadanos en paro suelen quedarse obstinadamente en el mismo lugar en que viven aunque otras regiones les pudiesen deparar un futuro mejor. Al menos el 30 % de los habitantes de España viven en el mismo lugar en que nacieron, que dicho así tampoco es tanto. Dicho de otro modo, el 70% de los españoles abandonaron su tierra natal para ir a establecerse a otros lugares, parece un mensaje completamente distinto. El INE informa de que los colectivos en paro, sobre todo los de larga duración, tienden a perpetuarse en esas mismas regiones donde hay más tasa de desempleo, insinuando algo así como que tendemos a agruparnos en cementerios de elefantes. También señala que la movilidad geográfica de los parados jóvenes es superior, como es lógico, mientras que entre los parados mayores de 55 años el porcentaje es mucho menor. Hay que ser cautos antes de generalizar que los jóvenes tienen per se más ánimo para soltar amarras. Las cargas vitales son la explicación. Los mayores de 40 años tienen casa, seguramente hipoteca y algún familiar a cargo o hijos menores a los que educar y cuidar, responsabilidades y anclas poderosas. Si subimos la edad además nos encontraremos con los prejuicios: si un hombre o una mujer de 50 años no los quiere contratar nadie en la ciudad donde viven, porque son viejos, imaginasen en un lugar lejano, donde son viejos y además extraños. Pero hay más explicaciones. El INE presenta datos que demuestran un patrón de comportamiento distinto de las personas según su procedencia. El estancamiento geográfico es mayor en Andalucía y Extremadura, con un 86% de parados que no ha cambiado de residencia en cinco años, frente a la media del 79% de toda España. En Navarra el porcentaje desciende hasta al 66,5%, en Cataluña es el 71,5% y en Madrid el 74,3%, siendo además que en estas tres últimas regiones hay tasas de paro inferiores a las de Andalucía y Extremadura, confirmando aparentemente la teoría del cementerio de elefantes. Sin embargo a consecuencia de la pandemia y la crisis de empleo que ha provocado, la movilidad geográfica de los desempleados se ha disparado a su cifra más alta en una década, cosa algo paradójica ya que la pandemia al mismo tiempo también ha supuesto una gran limitación a la movilidad de las personas por las restricciones implantadas para frenar el contagio, y porque nunca antes había habido tantas ayudas para el desempleo, lo que fomenta quedarse en casa. Cuando el INE y otras instituciones analizan el fenómeno de la movilidad geográfica en España y lo comparan con la de nuestros vecinos europeos suelen dejarse atrás una variable que influye de manera fundamental: la edad a la que se independizan los jóvenes españoles. No puede haber la misma movilidad geográfica en un país en que los jóvenes se marchan de casa a los 23 que si se marchan de casa a los 30.
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La movilidad geográfica en España es ¿baja?
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