La nómina de los millones de trabajadores es la gran teta. La fuente inagotable a la que acudir cuando hay que solucionar una crisis. Si la banca, los políticos, los lobbies, los fondos de inversión, los corruptos organismos de control financiero,…. quien sea nos mete en una nueva crisis, que nadie apague el puro ni venda el yate que con exprimir más la teta estará solucionado. ¿Qué dos sabores irresistibles tiene la nómina para el fisco? El IRPF y la cotización. Subir el IRPF es un acto automático, como ya han vuelto hacer este año. Aumentar las cotizaciones suele ser el segundo paso. Los importes por cotizaciones que ingresa el Estado se pueden aumentar de dos modos: subiendo los porcentajes a pagar o incrementado la base de cotización (BC), por ejemplo incluyendo en la BC conceptos que antes estaban exentos. Ya en el 2013 Montoro saqueó el Plus de Transporte convirtiéndolo en cotizable para recaudar más. Un concepto que tiene indiscutible naturaleza indemnizatoria y no salarial porque sirve para compensar los gastos de traslado de los empleados desde sus hogares hasta el centro de trabajo, el señor dijo que era un concepto salarial y por tanto debía también pasar por caja y cotizar. Hay que ser muy ministro para reírse de todos y quedar como un señor. Es de temer que en un futuro las indemnizaciones acaben tributado y cotizando también, un par de batacazos más y las asaltarán también. Por de pronto Hacienda en una nueva ofensiva recaudatoria ya está diciendo que deben pagar IRPF y cotizarse los ordenadores, tablets, móviles, incluso mesas y sillas que las empresas entreguen a los empleados para trabajar a distancia. Pensábamos que el fomento del teletrabajo se realizaba desde el gobierno con espíritu de modernidad y en pro de la conciliación y calidad de vida. Pues no. Hay gato encerrado. Resulta que la nueva ley del teletrabajo obliga a dejar por escrito el inventario de recursos que la empresa entrega al empleado para trabajar en su domicilio. Es inevitable que si la empresa lleva a casa del empleado equipos informáticos, muebles de trabajo, líneas de comunicación y otros recursos, el empleado acabará usando todo o parte de ello eventualmente para uso personal y no profesional. Es ahí cuando de golpe esas cosas se convierten en salario en especie, y como han sido inventariadas pues resulta muy fácil valorarlas en euros y hacer pagar impuestos por ello, como del resto del salario. Cotizar por esto es una clavada sobre todo para la empresa, y algo menos para el trabajador. Pero además de cotizarse debe pagarse IRPF. Y esto sí recae 100% sobre el empleado, quien, si esta política de Hacienda sigue adelante, puede ver cómo en promedio acaba pagado al fisco entre 250 € y 700 € más año de impuestos, dependiendo del número de dispositivos y medios que haya recibido de la empresa. Las consecuencias pueden ser muchas y variadas. Por ejemplo, la empresa si tiene que cotizar por todo ese equipamiento tenderá bien a negar el teletrabajo bien a negociar los salarios a la baja para compensar sobre coste. ¿Los empleados qué harán?, pues poner la teta.
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La gran teta
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