Los buenos contenidos son siempre subversivos, especialmente aquellas historias que nos despiertan de golpe por su realismo y nos hacen ver que el orden y la corrección son ideas que no consiguen imponerse. Generalmente los contenidos subversivos son disruptivos y expresan un descontento o un deseo de realidad alternativa. Por eso estos contenidos son motores de cambio. De este modo una sociedad repleta de lectores que se comunican entre ellos para compartir historias reales sería mucho más difícil de engañar por los poderes. Sería una fuerza sin cuartel general ni puntos vitales a los que atacar que socavaría continuamente la concentración de poder que persiguen algunos, una fuerza inmune a la censura; de ahí que esta ya ni se practique, en su lugar se practica la distracción y el entretenimiento, un bombardeo de publicidad y de anécdotas y cotilleos baratos, vodeviles destinados a mantener las mentes alejadas de los buenos contenidos y la función crítica.
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La función de la crítica
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