Tengo un amigo que dice que la forma en que tratamos a los demás funciona como un sistema compuesto por un clavo, un martillo y una madera. Cada vez que hablamos o actuamos irrespetuosamente con quienes nos rodean es como dar un golpe de martillo sobre el clavo que penetra en la madera, que son los demás. La señal causada se puede borrar si es al principio, pero luego va dejando una marca cada vez más profunda y evidente, imposible de olvidar. Si uno está en posición de debilidad, como empleado, y trabaja en la empresa equivocada, ¿tiene que vivir con el martilleo, la marca y aguantarse?
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La empresa martillo
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