Pillar mintiendo a uno que se dedique a la fabricación de zapatos está fea la cosa, pero pillar mintiendo a uno que se dedica al oficio de contar la verdad no tiene perdón. Cabe la esperanza que tras la sanción el primero se dedique a fabricar zapatos sin mentir más, pero ¿cómo vas a confiar más en el segundo?. Quedar descubierto como tramposo cuando lo que vendes al mercado es ética y reputación, me temo que no tiene perdón. Esto es lo que ha pasado con las Big Four, que las han pillado. Pero dicen que eran errores, que no eran cómplices de las mentiras de las empresas, que no conocían sus trapos sucios. Solo necesitan mejorar sus estándares de calidad en las auditorías para que no se la vuelvan a colar. Perdonadas quedan.
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Empresas, escándalos y complicidad de las auditoras
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