Agárrense: el Deutsche Bank propone un impuesto del 5% sobre el sueldo de los teletrabajadores. Estos deberían pagar dicho impuesto para ayudar a la gente con menos ingresos que no pueden trabajar desde casa. Ya calculan el montante que recaudarían los Estados: unos 20.200 millones de € en Alemania y alrededor de 7.500 millones de € en el Reino Unido por ejemplo. Accidentalmente, esto sería más líquido que mensualmente entraría en los bancos ya que los impuestos los deducen las empresas de las nóminas y los ingresan mensualmente en las cuentas de estos.
El Deutche Bank defiende la idea con el argumento de que los ingresos netos del empleado no se resentirían con este impuesto porque al trabajar en casa ahorran dinero en transporte, comida, ropa y otras cosas. Y va más lejos al afirmar que al gastar menos “los trabajadores en remoto contribuyen menos a la infraestructura de la economía mientras que se siguen beneficiando”. El Deutche Bank da por sentado que el teletrabajo ha llegado para quedarse después de la pandemia y considera sin pudor que el teletrabajo es un “privilegio” por el que hay que pagar, según el analista de estrategia de este banco, el Sr. Jim Reid. Su informe sostiene que esta tasa es justa porque los teletrabajadores se han beneficiado durante la pandemia, pues han adquirido y disfrutan de más flexibilidad y ahorros en la cesta de la compra. Extrañamente no ha trascendido que el informe hable de imponer una tasa a aquellos operadores económicos que han resultado favorecidos, por ejemplo fabricantes de mascarillas y gel hidroalcohólico, farmacéuticas en general, seguros médicos privados, industria alimentaria, plataformas de reparto, Amazon, portales e-commerce, empresas de telefonía, plataformas de entretenimiento doméstico, aplicaciones de comunicación como Zoom, entre otras, que han multiplicado sus beneficios gracias al Covid. La propuesta recaudatoria va solo a por los ciudadanos de clase media, el recurso de financiación del planeta.
Resulta curioso que el Deutsche Bank se apresure a considerar privilegiados a los que pueden teletrabajar, lo cierto es que jamás se ha visto a un banco darse tanta prisa en identificar a un damnificado. El Deutsche Bank da una lección de solidaridad con esta propuesta, parece que le preocupan las buenas gentes que viven en los barrios, sin embargo fue uno de los mayores sancionados en 2013 por la Comisión Europea y por la Comisión del Mercado de Valores de Canadá con una multa multimillonaria por manipular en favor de la banca el Euribor y el Libor, los tipos de interés que sufrimos todos los ciudadanos en nuestros préstamos hipotecarios. Ver para creer. Hay que reconocer que esto del impuesto es una magnífica maniobra, lanzar este polémico debate a la sociedad para que los empleados discutan entre ellos, y todavía más magistral llamar “privilegio” al teletrabajo y hacer pagar por él, sentando de este modo un peligroso precedente de pagar un impuesto por ejercer una opción laboral, algo que se parece mucho a un derecho.
Por otra parte, considerar los beneficios o ventajas indirectas asociadas a una profesión como privilegios abre un debate infinito y ridículo. Según esto el personal sanitario por ejemplo debería pagar un impuesto porque se ahorran dinero en seguros y consultas privadas. Los empleados de grandes compañías que tienen comedor y guardería son privilegiados y deberían también pagar pongamos un 2% por lo que se ahorran. Al personal que conforma la tripulación de los vuelos comerciales apliquémosle al menos un 1% ya que estos viajan gratis y se ahorran gastos de transporte. Los habitantes de regiones que tienen excedente de agua no pagan por ella y tendrían que contribuir con una tasa para compensar a los trabajadores de regiones que sí tienen ese gasto. Ya puestos podría invertirse el pago del plus de transporte y en lugar de que las empresas lo abonen a los trabajadores, que sean estos, los privilegiados que viven a menos de dos kilómetros de su centro de trabajo, quienes contribuyan con un 4% de su sueldo a ayudar solidariamente a quienes hacen desplazamientos más largos. No cabe duda de que es un privilegio entonces trabajar en horario diurno, de lunes a viernes y sin guardias, por lo que se debería tributar. Idénticamente, trabajar en puestos de trabajo cómodos y seguros sin riesgos de accidentes ni enfermedades profesionales. Siga el lector con la lista de supuestos privilegios o productos en especie que se puede sacar el Estado de la manga para hacer tributar bajo el pretexto de la solidaridad. Sin embargo se olvida el Deutsche Bank de quienes viven o se domicilian ficticiamente en refugios fiscales, en países con sistemas de tributación más favorables y ventajosos que además de privilegio supone una competencia desleal para el resto. El señor analista del Deuchste Bank no desea llevar tan lejos su cruzada solidaria, quizás solo quería ser oportunista y original.