Si ya se nos escapa el talento que se marcha a vivir el extranjero atraídos por empresas con culturas más respetuosa e innovadoras, mejores salarios y sociedades donde no hay tanto sol y fiesta pero tienen mejor calidad de vida, esperad a que nos invada por completo el fenómeno de las deslocalización personal.
Las empresas tecnológicas no necesitan abrir sedes en el extranjero para crecer, simplemente han de contratar el teletrabajo de las personas que deseen en esos otros países. ¿Para quien trabajará el mejor talento? Para las empresas que mejor les paguen.
El fenómeno no es del todo nuevo, pero la pandemia lo ha acelerado. La deslocalización no solo la buscan las empresas sino que cada vez más candidatos que se interesan por encontrar empresas extranjeras que les contraten y les permitan trabajar a distancia mientras comparten su tiempo aquí con su familia o amigos en lugar de con la gente de la oficina.
Al final va a resultar que la ventaja del “contacto social” que permite acudir a la oficina está sobrevalorada. Mientras en España no paramos de leer anuncios que critican el teletrabajo, otros ya se han puesto las pilas. Los países más ricos atraerán y concentrarán el mejor talento de todo el mundo, lo que a medio plazo hará aun más grande la brecha entre países ricos y pobres. Los candidatos nacionales no son tontos, para trabajar en remoto para una empresa eligen la que mejor les paga, y esas no son las españolas, son de Dinamarca, UK, o EEUU… El modelo del expatriado declina a favor de la deslocalización del talento. La personas física igual residirá en España, pero su talento se habrá ido fuera.