En una entrevista que me hicieron para un trabajo de atención al cliente en verano en Ibiza me preguntaron cuál era mi experiencia en gestión de situaciones conflictivas con clientes. Mire, respondí, en el hotel en el que he trabajado las últimas tres temporadas solíamos tener escondido bajo el mostrador de recepción un spray de gas pimienta. Ese es el cliente que solía venir, y al volver de juerga al hotel ya no eran clientes, eran salvajes.