Las multinacionales han usado la pandemia para vender comida basura e incrementar sus beneficios durante la crisis. Es el colmo de la ironía: los productores de alimentos ultraprocesados, alcohol, tabaco y bebidas azucaradas tienen una gran parte de culpa en causar lo que se llaman enfermedades no transmisibles (ENT: obesidad, diabetes, hipertensión, cáncer, dolencias cardiovasculares y respiratorias crónicas..); los pacientes de estas enfermedades son los que más han muerto y más han sufrido el virus; y paradójicamente los principales fabricantes de estos productos han utilizado todas las técnicas creativas conocidas para obtener ganancias durante la pandemia. Han intentado por todos los medios publicitarios relacionar positivamente sus productos con los profesionales de la salud que estaban luchando día a día, posicionándose junto a ellos como héroes generosos. Mc Donalds regalaba a los médicos y enfermeros hamburguesas para agradecerles todas las cosas maravillosas que estaban haciendo y ellos a cambio se hacían un selfi para subirla. Burger King quitó los gastos de reparto a domicilio para vender más comida basura durante la pandemia y regaló 250.000 hamburguesas a la asociaciones de enfermeras. Donuts Krispy Kreme regalaba cajas de donuts a quien presentase su acreditación médica. Coca Cola cambió sus etiquetas para poner un “gracias” que nos conmoviera sentimentalmente e indujera a comprar más. PepsiCo hizo lo mismo y Subway regalaba una mascarilla por cada dos bocadillos comprados. Para mejorar su reputación, algunas compañías se han esforzado en acciones inusitadas de responsabilidad social corporativa durante la pandemia. Budweiser transmitía sesiones de DJ en vivo y donaba una cantidad de dinero por cada espectador a una ONG. South African Breweries (SAB) repartió 100.000 protectores fabricados con cajas de cerveza recicladas. Philip Morris donó 900.000 € para equipamiento médico y suministros hospitalarios a través de la Cruz Roja, a quien Heineken donó también 15 M €. Cadbury sacó una edición de chocolatinas con la palabra “gracias” en varios idiomas como había hecho Coca- cola. Aprovechando el efecto positivo de sus donaciones y acciones, los productores de tabaco, alcohol y alimentos procesados presionaron para que sus productos fueran considerados parte de la cadena de suministro esencial para que la venta no se interrumpieran durante los confinamientos. Otros han ido más allá y con vista a largo plazo han presionado para la atenuación de las regulaciones sobre sus actividades durante los periodos de confinamiento y que esa relajación permanezca posteriormente. En Canadá la industria petrolera presionó para suspender las normas ambientales sobre control de la contaminación y los derechos indígenas durante la crisis de la covid-19. En Europa, los fabricantes de automóviles llamaban a los políticos pidiendo un retraso en la introducción de los objetivos de emisión de carbono de la industria debido a la covid-19. Los productores de cerveza en Europa y América del Norte han insistido e influido sobre los gobiernos para obtener desgravaciones fiscales, los fabricantes de cerveza de Europa han pedido reducciones del IVA para apoyar a la industria del alcohol después de la pandemia, el Gobierno alemán ya ha decidido reducir el impuesto sobre las ventas de alcohol del 19 al 16% . Y todas estas medidas se consideran irónicamente como parte del plan de recuperación posterior a la pandemia, de hecho la Comisión Europea ha sugerido a los Estados miembros que “muestren flexibilidad”, es decir que rebajen las exigencias, que miren hacia otro lado y den más permisividad a las empresas para hacer, que de ello depende la recuperación, pues no sabemos generar empleo de otro modo?
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