Llega la vacuna y con ella la esperanza de regresar a la normalidad. Una normalidad anterior que era bastante mejorable. Los Directores de las compañías tienen un gran reto. Podría hablarse del reto de terminar con la deuda financiera contraída a raíz de la crisis, de optimizar las operaciones para eliminar lo innecesario o de invertir y liderar la transformación digital. Pero el Covid además de desgracia nos ha traído mucha reflexión, por lo que puede hablarse con razón de un reto aun mayor: el de transformar el mercado de trabajo y el mundo en un lugar mejor.
Convertir las relaciones laborales y las empresas en lugares de respeto y confianza mutua, donde el desempeño laboral quede 100% conciliado con la vida personal y familiar de lxs empleadxs, donde no haya desigualdades, donde el conocimiento y la sostenibilidad se impongan al autoritarismo y al cortoplacismo, donde la productividad y los resultados no estén reñidos con la observación de valores sociales. Y este es el reto más difícil para los líderes, porque quizás no es el objetivo principal del plan de negocio, pero es lo que las plantillas desean de ellos.